Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2021

Interruptor

Encender. Apagar. Oscuridad. Encender. Apagar. Encender. Entonces mirar lo que hay y disfrutar antes de apagar. Encender. Enfrentarse a la realidad. Dirigir un pensamiento fugaz a la ebriedad de la verdad, de esa verdad abrumadora. Apagar. Cerrar los ojos y crear una nueva realidad irreal, mentirosa y traidora como la propia oscuridad. Encender. La luz apenas se mantiene, vibra triste y en soledad. En resumen, existe y con ella los colores de una mirada que calla. De nuevo negro. Luego color. Primero silencio. Luego vibración. Siempre sombras. También imaginación. Oscuridad y luz; mentira y verdad. ¿Qué hay de real en las esquinas y de falso en el paso del sol?; ¿qué hay de ansiado en lo secreto y de abominable en el desgarro de la voz? Dudas, como siempre; dudas, como nunca. Preguntas que no se responden con encender o apagar. DBQ.

¿Por qué gritan tanto los niños?

Y no solo es una cuestión de cantidad, sino también de calidad. Profieren gritos rotundos, perfectos, con voz alzada. Son gritos limpios, sin altibajos, sin dudas evidentes. Es posible que ni siquiera ellos sepan por qué lo hacen; simplemente les nace hacerlo y allá van. Se preparan, cogen aire, miran al cielo, abren la boca y... gritan. Gritan una y otra vez. Lo más divertido llega cuando se encuentran en el parque con los amigos. Son muchos, y todos ellos quieren gritar. Y gritan con una técnica digna de estudiar. De nuevo son gritos puros, auténticos y originales preparados para esa ocasión, irrepetibles, únicos. La explicación lógica la desconozco, pero sí he comprobado que, en todos los casos, los gritos vienen acompañados de risas. A veces me da rabia. A veces querría ser como esos niños y gritar sin miedo. Quizás ese es el truco de la felicidad: gritar y liberar; gritar y sanar; gritar en vez de callar tanto. Tal vez lo hacen para dejarse llevar por sus instintos, esos que los m