Hoy te he perdonado la vida, prefiero verte libre a encarcelarte en un cofre de tesoros olvidados. Hoy nadé para verte, recorrí kilómetros eternos y luché contra seres inertes. Hoy te vi, y supe que serías tú, la misma que me diría te quiero y me miraría con llamativo anhelo. Hoy te tuve entre mis manos ensalitradas, añorando todos aquellos momentos de tiernos y cariñosos silencios. Y no supe amarte como pretendías, mi querida caracola de mar, hoy me he despedido de ti. Hoy te he notado agrietada, mayor, rota por el paso del tiempo; mientras, yo sigo siendo tu niña menor. No me pidas nunca más que permanezca a tu lado ni a tu vera, ahora es tu turno: te toca ser princesa. Es hora de que vueles bajo tierra, ayudando a tu amiga la arena a ser nueva, joven y severa. Yo volveré, siendo una persona sincera, sentiré el calor del Sol bajo mis pies: serás tú la que marque mi forma de ser. Te llevaré siempre en mis venas
Oda a la literatura y a cada palabra.