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Mostrando entradas de 2018

Energía

Mantengo mis ojos abiertos a duras penas, no comprendo cómo, pero sí el por qué. Ya no queda luz natural, el sol se ha ido, ya no está. Y con él se han marchado las energías, las ganas, el poder... Es momento de recurrir semejante injusticia, denunciar en voz alta esa ausencia, pedir que vuelva nuestra estrella con su brillo inusual, con su inevitable naturalidad. No quiero que una bombilla dirija mi camino más próximo; no quiero que lo artificial censure lo más real. Solo espero mantener mis ojos abiertos aunque no comprenda cómo, pero sí el por qué. DBQ.

No importa

Me falta el aire. Siento cómo se anudan mis cuerdas vocales y se retuercen una y otra vez en mi interior sin pedir permiso. Duelen. Claro que duelen. Cada vez que abro la boca, sé que no será para hablar. Ya no. Y cómo escuece. Me falta el aire. Siento que me asfixio lentamente y da igual. No importa. Ahora... ¿Qué más dará? Por el momento mantengo el pulso, no sé muy bien cómo. Me pregunto si esa calma aparente es la manera que tiene la vida de decirme que las cosas irán mejor. Quiero y prefiero pensar que sí. Me falta el aire. Mis cuerdas vocales se anudan sobre sí mismas. No puedo hablar. Solo pienso. Solo escribo. Hoy tocaron en mi puerta los lamentos. Hoy es la melancolía la que me roba el aire. Me lo roba. DBQ.

Piano, eres tú

Da comienzo la serenata que me da la vida en este preciso momento. Son notas que suben y bajan, son corcheas y silencios, un tiempo, dos y cuatro. Algún que otro bemol o sostenido se deja notar... Sé que hay teclas blancas y negras que se estremecen bajo dedos de marfil que solo saben hacer el bien, que solo conocen la paz y la serenidad. Qué feliz. Llevaba meses intentando comprender qué me hacía sonreír, y eras tú, has sido siempre tú. Tu belleza, tu delicadeza, tu sonrisa artificial... Tú. Sabes cantar sin decir nada; sabes querer sin tener un corazón que lata. Cómo decirte que por ti vivo, que por ti muero, que por ti... estoy. Querido, querido mío: tus teclas, tu melodía y tu voz me hacen sentir, me hacen palpitar, me hacen sonreír. Y también consigues hacerme llorar cuando está lloviendo, o de noche mientras veo luceros en el cielo, o de día, cuando creo que todo va bien aunque, en realidad, esté en medio del caos. Me rompes en pedazos pequeños de cristal rojo con matices b

Alas cuadradas

Si llego a saber que me cortarían las alas y tendría que ser cuadrada, me hubiera quedado allá, en mi zona de confort, donde nadie me decía que no, donde todo era felicidad a mi alrededor. Si llego a saber que llovería en verano y también en mi interior, me hubiera ido lejos a un mundo mejor. Y son tantos los remordimientos que mejor sería volar en el tiempo, retroceder, dar marcha atrás... ¿Arrepentirse? Jamás. No se puede deshacer lo andado, ni destronar lo que ha sido colocado en un camino que ya dura años. Solo queda respirar profundamente y seguir caminando, y seguir nadando incluso contra corriente. DBQ.

Curvas inversas

Me invaden las curvas inversas, las tormentas internas, los paseos nocturnos sin luz ni ayuda. Aparece el fuego y me causa un deshielo interno y externo. Me muero. Se calma lo que era fiero, se amansan las aguas y se serena el viento: pero yo me muero. Y no hay salvavidas, no lo veo, no lo encuentro. Sabré dónde se esconde cuando haya muerto. DBQ.

Crisis existencial

Cada dos días nos vemos a la misma hora y en el mismo sitio para hablar de cómo vas, de cómo vamos. Ahora me despido de ti, crisis inmunda y existencial, porque no quiero saber si te va bien o te va mal. Hoy no nos toca conversar, alegar hasta la madrugada: hoy es momento de descansar y desconectar, despedirnos y navegar. Cogeré el primer barco para dedicarme a surcar los mares y océanos que se crucen en mi nadar. Y a pesar de esto sé, ya sé que nos volveremos a ver pasado mañana a las doce de la noche entre mi almohada y tus palabras silenciadas. DBQ.

Rotura y renacimiento

Hoy no conozco el destino que le espera a este escrito. Tampoco lo quiero saber. Prefiero mantenerme en la ignorancia y dejarme sorprender, al igual que llevan sorprendiéndome los últimos tres o cuatro días de mi existencia. Solo sé que hay una mosca revoloteando a mi alrededor y no quiero darle el placer de distraerme con ella: soy más grande, más fuerte, más valiente que sus alas transparentes, desagradables y pudientes. He dejado pasar el tiempo con la esperanza de que las cosas cambiarían a mejor... O, simplemente, cambiarían. La ambición de ver amanecer con un sol radiante inundando mi habitación me ha impedido, sin lugar a dudas, disfrutar del silencio y de la tranquilidad nada habitual en esta sala. ¿Qué me ha pasado? ¿Qué ocurre? Antes valoraba cualquier pequeño detalle y ahora... Ahora no sé en qué fijarme. Siento, por momentos, que he perdido el norte. Me veo dando vueltas sobre mí misma, colocando los dedos de la mano sobre mi cabeza, desubicada y descontenta. Harta

Pregunta-silencio

Y me pregunto tantas cosas... Y tengo tantos silencios... Al final acabaré en un loquero de esos que curan la locura, aunque en realidad no tenga cura. Me pregunto dónde está el tiempo, pues parece perderse como el agua se escurre entre mis temblorosos dedos. Y lo necesito mucho, ahora y siempre lo necesito. Me pregunto dónde quedó la calma, ahora solo siento marejadas en mi interior y, también, a mi alrededor. ¡Qué alboroto! ¡Qué caos! La arena de mis poros se revuelve una y otra vez... No me digas por qué: ya te lo he dicho. Y me pregunto tantas cosas... Y tengo tantos silencios... Al final acabaré en un loquero de esos que curan la locura, aunque en realidad no tenga cura. Me pregunto dónde encontrar afecto, empatía y aprecio, porque hoy no lo siento, y admito que nunca lo sentí. No sé si quiero saberlo... Debería querer, mas tengo miedo. ¿Y si no es lo que yo pienso? Menudo concierto de pensamientos, de sentimientos, de estupideces sin se

Alas rotas

Ella tenía las alas rotas, ella lo sabía de sobra y, aún así, lo intentó. Se subió a la cima de la montaña más alta y más alejada: abrió sus alas. Y cerró sus ojos pidiendo perdón, perdón por no saber resignarse, por no querer hacerlo. Un segundo duró en el cielo: cuenta la leyenda que se enamoró justo antes de caer. Ella creyó que era real, que volaba y existía el amor de verdad. Ella, que confió en la nube, al final no supo existir más, al final no sobrevivió. Pero dicen las malas lenguas que fue feliz mientras duró aquel sueño, aquel intento fallido. Y no sé qué pensar, no sé qué hacer, no sé nada. Pobre ilusa de alas rotas, pobre niña soñadora, pobre de mí, que soy ella y ahora lo quiero intentar. DBQ.

Miedo

Me da miedo, sí, me da auténtico pavor vivir en un mundo de terror, en un mundo de violencia que no tiene corazón. Me da miedo ser consciente de que la gente muere sin motivos, que los inocentes pasan a ser enemigos y que los malos son los héroes del destino. Me da miedo saber que la calle no es un sitio seguro en muchas zonas del mundo. Me da miedo, sí, me da auténtico pavor ser ciudadana de un mundo cruel y que siembra el dolor, que busca conflictos en cualquier zona, a cualquier hora y sin ninguna razón. Y lo siento, siento no poder alzar mi voz y solo gritar con sentimientos; siento no poder hacer magia, abrir y cerrar los ojos y que todo esto se acabara. Siento que los de poder no quieran aprender de los errores de un ayer. DBQ.

Silencio de ruido

Silencio entre las cuarto paredes que antes se llenaban de gritos y de risas y carcajadas descontroladas. Silencio entre las sábanas de una cama que ya no sabe qué hace sobre el suelo de losa. Silencio que se asoma por las ventanas, que atraviesa los muros de toda la casa y se acomoda en un sillón desteñido y moribundo. Silencio, demasiada ausencia de sonido, demasiada desesperación y dolor, demasiados pensamientos rotos. Pero hay ruido, claro que lo hay. Ruido entre mis manos que crujen y estallan todos los días, a todas horas. Ruido descontrolado y cruel que se escucha a través de una piel que ya no sabe callar. Ruido en mi mente que grita sin piedad porque no entiende, porque no quiere entender que siga existiendo violencia a día de hoy. DBQ.

Jugar, ¿qué?

Quién me lo iba a decir hace un par de años, quién. Cómo iba yo a saber e intuir que algo tan bonito me dejaría de gustar. Siempre me alegraba ir a jugar, ría a carcajadas, sin parar, y ahora lo odio porque el juego no es material. Cómo iba a caer en la cuenta de que, al final, las pelotas caen y rebotan, se pinchan y explotan. Quién me lo iba a decir, quién. Y es que, sin saberlo, me enseñaron bien: los sentimientos no son cosa menor, no son mentiras ni objetos, sino magia y amor eternos. Los juegos se pueden romper queriendo o sin querer: los sentires más profundos de la gente no se deben tocar, salvo que sea para bien. Quién me iba a decir que jugar me dejaría de gustar, quién. DBQ.

El armario

E l armario estaba vacío. De repente no quedaba nada de lo que había sido mío. De repente nada tenía sentido. No sabía qué había pasado en los últimos días; solo tenía a mi alrededor una realidad que desconocía. Maldije muchas veces, lloré otras tantas: ya no tenía ropa, ya no tenía nada. Y a las nueve de la noche comenzó mi venganza. Me prometí dejar el pasado atrás, como suelen decir los bohemios. Me prometí ser una persona nueva y más fuerte, porque lo que no te mata, te fortalece . No sé cuántos momentos pasé en la cama, en ese estúpido colchón que siempre me aguantaba mis malos humores, mis malas mañanas. No sé cuánto tiempo pasó desde que me quedé sin nada hasta que salí a buscar una nueva vida con muchas más ganas que la anterior. Solo sé que ahora estoy mejor, mejor que antes, sí. Mas el armario sigue abierto de par en par, aireando y gritando sus carencias vitales y esenciales. ¿Qué le voy a hacer, si no fui yo quien se llevó las prendas de algodón? Cogito, ergo sum , pero

Diminuto ratón

Muchas veces miro por la ventana de mi habitación y me imagino siendo un diminuto ratón de ciudad o de campo, de campo o de ciudad. Veo gigantes andantes que se mueven coherentes entre la maleza de los edificios inertes donde vive la gente, donde la gente vive. Y pienso que es mejor morderme la lengua y callar y disfrutar de ese momento con miradas de silencio, con silencio en las miradas. Hoy me entierro en mi propio pensamiento y escribo palabras de amor y miedo, evitando ser pisado y morir, evitando morir y ser pisado. Porque soy un diminuto ratón de ciudad o de campo, viviendo en un bosque de gigantes donde vive la gente, y disfruto de los pequeños detalles con silencio en mi mirada. Y no, no muero, porque no quiero, porque no debo, porque no ha llegado mi momento. 💫💭💫💭💫💭 DBQ.

Guernica

Ahora soy el caballo del Guernica, el que mira y suplica, el que solloza y se muere de agonía. Vivo en guerra interna y externa; vivo en conflicto conmigo y consigo. Ahora me rodeo de silencios plasmados y decorados, adjuntos al dolor y acobardados. ¡Menudo caballo! Vivo con una luz que no alumbra porque se ha pagado, ¡ya no existe, ya no está! Ahora se cae el castillo imaginario donde príncipe y princesa amaban el día y la noche. ¡Menuda bomba! Todo me perturba, un olor, una palabra, y me desangro ahora. Pero soy el caballo del Guernica y es lo que toca vivir, sentir. DBQ.

Gato por liebre

Y me vendieron gato por liebre. Me prometieron libertad y acabé entre rejas; me prometieron oro y acabé sin tierras. Y me vendieron gato por liebre. Me dijeron que llovería y vivimos una sequía; me dijeron que florecería el jardín de la armonía, no que luego todo moriría. Y me vendieron gato por liebre. Que no hay octava maravilla, que no hay verdad en las mentiras. ¡Qué rabia! ¡Qué desdicha! Me han mentido y yo no lo sabía. DBQ.