Anochece por Antequera
y ya no hay sol ni niebla
que valga la pena.
Se va el gran lucero del alma
y da paso a la Luna amarga
que solloza en tus entrañas.
Es el momento de anhelar la marcha
y desear volver hacia atrás,
hacia el bienestar general.
Ha dejado de llover en el río tangente,
el que va contracorriente,
del que tanto habla la gente.
Ya no caen gotas desde el aire magenta,
ya no hay lágrimas de esperanza,
ni de ternura,
ni de paciencia.
Han caído las últimas hojas caducas,
el color canelo se entremezcla
con miradas perdidas
que buscan vida y no la encuentran.
Ya no quedan ramas seguras en la cima,
ya no suspira la hojarasca,
ni las palabras aterciopeladas,
ni la brisa marina y sesgada.
Se ha secado tanto tu piel
que ya no la reconozco,
ni la espero,
ni la soporto.
Querido invierno, querido amigo,
llegas cuando menos se te espera,
te vas cuando jugamos con guantes,
abrigos y esponjosas bufandas;
eres insensible, malo y coherente,
¿quién te quiere, quién te ama
si nada callas
y todo alargas?
A mí que me juzguen por decir
"te adoro" en voz alta;
a mí que me juzguen por decir
que no quiero que te vayas.
Anochece por Antequera
y ya no hay sol ni niebla
que valga la pena.
y ya no hay sol ni niebla
que valga la pena.
Se va el gran lucero del alma
y da paso a la Luna amarga
que solloza en tus entrañas.
Es el momento de anhelar la marcha
y desear volver hacia atrás,
hacia el bienestar general.
Ha dejado de llover en el río tangente,
el que va contracorriente,
del que tanto habla la gente.
Ya no caen gotas desde el aire magenta,
ya no hay lágrimas de esperanza,
ni de ternura,
ni de paciencia.
Han caído las últimas hojas caducas,
el color canelo se entremezcla
con miradas perdidas
que buscan vida y no la encuentran.
Ya no quedan ramas seguras en la cima,
ya no suspira la hojarasca,
ni las palabras aterciopeladas,
ni la brisa marina y sesgada.
Se ha secado tanto tu piel
que ya no la reconozco,
ni la espero,
ni la soporto.
Querido invierno, querido amigo,
llegas cuando menos se te espera,
te vas cuando jugamos con guantes,
abrigos y esponjosas bufandas;
eres insensible, malo y coherente,
¿quién te quiere, quién te ama
si nada callas
y todo alargas?
A mí que me juzguen por decir
"te adoro" en voz alta;
a mí que me juzguen por decir
que no quiero que te vayas.
Anochece por Antequera
y ya no hay sol ni niebla
que valga la pena.
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DBQ.
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