Estaba ilusionada, eso era evidente. Pero, a la vez, tenía miedo y dos dedos de frente. Su mueca era alegre, aunque escondía una alegría melancólica y parcial. Algo le decía que las cosas no iban tan bien como a ella le hubiera gustado que fueran...
- A veces no es necesario que digan "adiós", así, con palabras - dijo ella. - A veces una mirada, un silencio o una ausencia son más que suficiente para saber cuándo es el momento de recoger tus cosas y dar media vuelta.
Aguardó sentada a la respuesta que sus oídos querían escuchar: un "no te vayas", un "quédate un poco más". Pero nunca sucedió. Se puso en pie, sacudió sus pantalones vaqueros y se colocó el borde inferior de la camiseta que llevaba puesta. Con una sonrisa amarga en sus labios, cogió su bolso con una mano y, con la otra, se despidió con el mismo silencio con el que le había pedido que se fuera.
Comenzó a caminar en dirección opuesta, en la dirección contraria a la que había tenido en su mente durante tanto tiempo. Nadie gritó su nombre, nadie tomó su brazo para detenerla. Simplemente se fue. Se fue tan lejos como pudo, anduvo hasta que sus pies no pudieron continuar.
- Supongo que ya estoy lejos, al menos lo suficiente para no pensar más en ello - murmulló. Y se equivocaba. Por supuesto que se equivocaba.
Aquel silencio despectivo fue su sombra durante todo el recorrido, la acompañó durante los días y, por las noches, como dormía, nunca sabrá si esa sombra seguía con ella o no. Cada mañana al despertar, recordaba aquellos ojos sin brillo y sin amor. Sentía que dentro de su bolso había una tormenta que, efectivamente, la atormentaba...
Recuerdos, amiga. Recuerdos.
DBQ.
- A veces no es necesario que digan "adiós", así, con palabras - dijo ella. - A veces una mirada, un silencio o una ausencia son más que suficiente para saber cuándo es el momento de recoger tus cosas y dar media vuelta.
Aguardó sentada a la respuesta que sus oídos querían escuchar: un "no te vayas", un "quédate un poco más". Pero nunca sucedió. Se puso en pie, sacudió sus pantalones vaqueros y se colocó el borde inferior de la camiseta que llevaba puesta. Con una sonrisa amarga en sus labios, cogió su bolso con una mano y, con la otra, se despidió con el mismo silencio con el que le había pedido que se fuera.
Comenzó a caminar en dirección opuesta, en la dirección contraria a la que había tenido en su mente durante tanto tiempo. Nadie gritó su nombre, nadie tomó su brazo para detenerla. Simplemente se fue. Se fue tan lejos como pudo, anduvo hasta que sus pies no pudieron continuar.
- Supongo que ya estoy lejos, al menos lo suficiente para no pensar más en ello - murmulló. Y se equivocaba. Por supuesto que se equivocaba.
Aquel silencio despectivo fue su sombra durante todo el recorrido, la acompañó durante los días y, por las noches, como dormía, nunca sabrá si esa sombra seguía con ella o no. Cada mañana al despertar, recordaba aquellos ojos sin brillo y sin amor. Sentía que dentro de su bolso había una tormenta que, efectivamente, la atormentaba...
Recuerdos, amiga. Recuerdos.
DBQ.
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